Por Marce N. Mendez
A veces veo una imágen de la NASA, esas que aparece una «parte» del Universo y me quedo maravillada, me asalta el asombro y pienso… ¡Es increíblemente gigante! ¡Qué pequeño es mi planeta! Y nosotros los humanos, ¿dónde estamos ante tanta inmensidad? Recuerdo que hace muchos años, allá, en los principios de los noventa, le pregunté a alguien que entiende de fotografía sobre este tema para saber cómo realizaban esas «fotos»y qué tipo de lente podía captar semejante toma. Esta persona me respondió que para estos trabajos, se utilizan unas lentes especiales, que no se logra esta vista en una sola toma, porque estas imágenes son, en realidad un «colage» de otras imágenes más pequeñas superpuestas. Sería algo así como, varias tomas realizadas en distintos ángulos, con cámaras especiales, que se suman en una imagen más amplia. No existe una sola lente que pueda captar un ángulo tan abierto. Es una construcción y la totalidad de la imagen te la da la suma de pequeños enfoques.
Este pensamiento me quedó dando vueltas en mi cabeza para siempre. Análogamente creo que así es la manera que construyo mi mundo, mis pensamientos filosóficos, mi contenido espiritual. Yo sumo ideas.
Veo a la gente de mi planeta matándose por una religión, una «idea espiritual», por lo que «creen» que es o no Dios, por lo que consideran una certeza. Se arman guerras, cruzadas, atentados suicidas, generando muertes por una percepción en particular de lo que «creen» una realidad, que en definitiva es un dogma. Pregunto… con nuestras «pequeñas mentes» podemos realizar un juicio de algo que nos supera en tamaño y forma? ¿Estamos en condiciones de afirmar quién tiene la Verdad? E incluyo también a la ciencia en esta pregunta…
Creo que, al igual que una lente, la mente del hombre puede percibir la Realidad en «fragmentos». La manera en que apreciamos o que tomamos esa «parte» es directamente proporcional al conocimiento, flexibilidad y apertura mental del que percibe. Es decir, que percibir la Realidad, el Cosmos, Dios, sería para mi entender, una construcción dinámica, subjetiva y personal. Es una percepción que crece cuando somos abiertos y aprendemos de otras expresiones humanas, de otras culturas y religiones. Cuando saltamos la barrera intelectual y descubrimos que en todas las manifestaciones de amor, solidaridad, servicio, en la sabiduría de los pueblos o en el conocimiento ancestral existe un hilo conductor, un denominador común, una forma velada de la Verdad, una parte del Todo «encarnada» como expresión de amor y conocimiento.
Ser espirituales es una actitud de vida, una inspiración. Conocernos en libertad, superar las diferencias y ser inclusivos es una clave de vida. La exclusión, la separatividad son formas de odio que, como fuerza negativa, disgrega y destruye. El amor se percibe como unión, inofencividad, bondad, servicio. Somos únicos, somos irrepetibles, somos células que unidas conformamos una entidad superior: la Humanidad.
En Oriente se dice que por cada hombre debería haber una religión.
¿Todavía no nos dimos cuenta que «diversidad» y Vida son sinónimos?
Aprendamos a convivir con las diferencias, aprender de los otros nos hace más humildes y más sabios.
Seamos inclusivos, de eso se trata la Vida Una.
Namasté.
Muy buena¡¡¡¡ creo que ver ese tipo de imágenes cambia aunque no lo creamos, la concepción vanidosa del hombre, nos obliga a considerar que somos parte de ese orden cósmico que yo llamo Dios y que excede nuestro entendimiento
Gracias Dana por tu aporte y por comentar!!
Cómo me hace feliz poder compartir ideas!!! Y SUMAR!!!!
Gracias nuevamente!
🙂
Excelente analogia!!! Una forma brillante de mostrar la diversidad en la que estamos inmersos y lo valioso de la suma. Felicitaciones!!
Muchas gracias Silvina de Anhelo Servir!!!!
Somos Uno, sumemos siempre… ni uno menos!
Gracias por tu comentario y aporte!!!